Ética para el diseño
La capacidad de un colectivo para regularse a sí mismo, sin necesidad de intervención de otros factores o entidades, es un logro notable.
Materializa la necesidad de definir y ejercer sus derechos, pero lo hace a partir de la toma de conciencia de sus responsabilidades, y esto es lo que realmente lo hace notable: quienes eligen relacionarse con una organización autorregulada, lo hacen sabiendo que sus propios derechos también son reconocidos y respetados. Simplemente saben a que atenerse.
La autorregulación requiere ese compromiso y a cambio despierta la confianza y la credibilidad que cualquiera desea encontrar en un buen socio.
En nuestro caso, la organización autorregulada es la profesión del diseño, todos nosotros profesionales, empresas o asociaciones.
Y la autorregulación es la esencia de nuestra cultura colectiva, es un código de comportamiento basado en valores y visiones comunes y compartidas.
Para que un negocio funcione, la regla número uno es que exista demanda, un producto o servicio que la gente quiera comprar.
La regla número dos es la rentabilidad y la viabilidad financiera. Incluso una idea de negocio fantástica necesita dinero para construirse y ser rentable para operar.
La regla número tres es tener una propuesta de valor que enganche, una cultura corporativa fácil de entender, de recordar y de transmitir. Desde las grandes religiones hasta Apple o Google son muestra de ello.
Tiene sentido que si queremos que “la cultura del diseño” triunfe en nuestra sociedad y en nuestra economía, seamos capaces de definir y transmitir cual es la cultura de quienes diseñan, nuestros valores y nuestras visiones compartidas.
Hacerlo sería un logro notable.
Organizada por la Red de Asociaciones de Diseño, Santiago Blanc, cofundador de OrquestaApp, coordina con Antoni Mañach la Mesa 2 del 7ENAD: Código Deontológico para el Diseño. 27 y 28 de septiembre de 2019 en Murcia.